A seis meses de las elecciones generales, la vida pública de la mayor economía de América Latina arranca una nueva etapa llena de interrogantes.
Nueva vida
Figura clave de la historia reciente de Brasil, y del continente, Lula se definió en 2007 como una “metamorfosis ambulante”. Por entonces era el gobernante obrero que se entendía con el mercado y antes había sido el niño pobre que había vencido al hambre para saltar de la fábrica al Palacio Presidencial (2003-2010).
A los 72 años, Lula comienza ahora la vida de presidiario y aunque todavía es pronto para saber si algún recurso puede liberarlo a corto plazo o cómo se adaptará, nadie duda de que no pasará desapercibido.
Atrincherado en la sede del sindicato que le convirtió en un icono hace tres décadas, desafió las órdenes, negoció con las autoridades, dio un emocionante discurso y acabó entregándose escoltado por militantes eufóricos.
Los adversarios
Con Lula en prisión y su participación en las elecciones prácticamente inviable, se abre la carrera por hacerse con el capital electoral de quien era el líder destacado en las encuestas.
Y pese a que la mayoría de sus rivales se han mostrado cautos en las primeras horas, los movimientos tras la detención del patriarca de la izquierda pueden decidir el nombre del próximo presidente.
“El escenario quedó ahora menos previsible y más pulverizado porque ya no hay una persona que polarice tanto como Lula”, comentó a la AFP Oliver Stuenkel, profesor de la Fundación Getúlio Vargas.
Un nuevo panorama que, según varios analistas, podría neutralizar el ascenso de la extrema derecha, cuyo candidato Jair Bolsonaro aparecía ubicado en segundo lugar en las encuestas.
“Quien más va a sufrir con el hecho de que Lula quede fuera va a ser Bolsonaro, porque él ha crecido como uno de los posibles anti-Lula y ahora la campaña va a tender a ser menos polarizada”, añadió Stuenkel.
Laberinto judicial
Pero, como ha venido ocurriendo en los últimos años frenéticos en Brasil, todo puede cambiar en cuestión de horas.
Por lo pronto, una corte suprema dividida volverá a reunirse el miércoles con varios asuntos en agenda con potencial para cambiar de nuevo el horizonte del expresidente.